Tráfico | T 72° H 53%

Estados Unidos | Noticias

La ciudad latina de Santa Ana registra altos índices de violencia doméstica

KDCU News
02/27/2015 2:28 PM

Los Ángeles, 27 feb (EFEUSA).- Cada nueve segundos una mujer se convierte en víctima de asalto o de abusos físicos en Estados Unidos, según la organización Estadísticas de Violencia Doméstica, pero esta trágica realidad se ve aumentada en la ciudad californiana de Santa Ana, de mayoría latina.

Las autoridades de Santa Ana, una de las ciudades californianas con mayor densidad latina (78,2% de la población), ven con preocupación que su urbe que lidera el ránking de violencia doméstica en el denominado Estado Dorado.

En el año 2013, la Policía de esta ciudad recibió unas ocho llamadas al día relacionadas con abusos domésticos, un índice que casi duplica el de grandes ciudades como Los Ángeles. Los expertos y activistas estiman que una de cada cuatro mujeres y uno de cada siete hombres sufre abusos domésticos.

Virginia Isaías, portavoz y creadora de la Fundación de Sobrevivientes de Tráfico Humano (FSTH, en inglés), lleva tres años tendiendo la mano a las víctimas de violencia doméstica, tráfico humano y esclavitud de género, una experiencia que ha sufrido en carne propia y que ha marcado su vida.

“Fui abusada a los 6 años, mis papás peleaban mucho y tenían mucha violencia doméstica y se separaron”, relató a Efe.

“Pensé que mi papá y mi mamá se peleaban por mí, porque me amaban”, asegura Isaías. Pero la realidad era muy distinta. “Habían puesto todos sus documentos a nombre mío. Entonces, quien me tuviera a mí, tenía las cosas”.

Un día, la pequeña acabó internada en un convento donde, según señaló, se perpetuó la cadena de abusos. Al cumplir 15 años, el padre de la joven la obligó a casarse con un desconocido para poder acceder con mayor rapidez a los bienes que estaban en nombre de la adolescente.

Isaías pasó 12 años de matrimonio tratando de educar a sus hijos mientras era sometida a vejaciones y abusos por parte de su marido. El día que logró escapar de las garras de esposo, su hija y ella cayeron en manos de una red de traficantes humanos que violaban y explotaban sexualmente a mujeres y niños.

“Muchas mujeres y personas tienen un sueño, pero yo tenía una pesadilla”, recordó.

Fue un trabajo arduo, pero finalmente, esta mexicana logró salir del martirio en el que vivía atrapada acudiendo a reuniones y cursos informativos sobre abusos.

De hecho, fue un taller de capacitación realizado por las Naciones Unidas (ONU) el que le dio el empujón final escapar de esta situación: “No me podía quedar callada, tenía que hacer algo”.

Fue así como encontró la motivación para crear una organización situada en uno de los condados más prósperos del estado californiano, pero donde “a los latinos no se les paga lo que deben recibir”.

“Somos muchos latinos en esta comunidad, en el condado de Orange”, aseguró Isaías, que aclaró “pero somos muchos sin mucha educación, sin mucha información, sin mucha oportunidad”.

Los salarios bajos llevan a muchas familias latinas a compartir una misma casa para salir adelante, algo que suele causar fricciones y que podría favorecer la aparición de respuestas violentas ante desacuerdos familiares o problemas económicos.

“Las situaciones de estrés a veces sacan lo peor de uno”, aseguró a Efe Gigi Tsontos, directora ejecutiva de WTLC, una organización del condado de Orange que, a través de cuatro líneas telefónicas, recibe unas 16.000 denuncias por violencia doméstica anuales.

“Si en una familia hay una historia de violencia y esto es la norma, es más probable que la violencia se repita en las siguientes generaciones”, explicó Tsontos, que agregó que esto se debe a que la familia “no tiene los mecanismos para lidiar con la situación”.

Para Tstontos, “la educación y la prevención” son dos pilares fundamentales para que la gente se sienta más cómoda y segura a la hora de poner una denuncia y buscar ayuda.

Carmen Martínez, una superviviente de violencia doméstica de El Salvador acudió hace dos años a la fundación de Isaías para pedir ayuda y ahora trabaja de voluntaria.

“En nuestros hogares hemos callado mucho por temor, por ser indocumentados y miedo a la deportación”, aseguró a Efe la mujer, que añadió que “se están haciendo muchas charlas en Santa Ana y la gente ve que sí existe apoyo, así que lo denuncian”.